Las dietas bajas en carbohidratos han sido populares
durante años, basadas en la idea de que comer pan blanco, arroz y pasta, que
contienen carbohidratos, es malo para la cintura.
La razón de estas dietas es que comer muchos
carbohidratos y azúcares, especialmente los que no tienen fibra y son
absorbidos rápidamente por el cuerpo, hace que los niveles de azúcar en la
sangre aumenten. A menos que se queme esa glucosa haciendo ejercicio, el
páncreas producirá más cantidad de la hormona insulina para reducir la glucosa
a niveles normales y almacenará el azúcar extra de los carbohidratos en forma
de grasa.
Un exceso de grasa, especialmente de grasa visceral en
el abdomen, aumenta el riesgo de problemas de salud como la diabetes de tipo 2.
Por esta razón, muchas personas se preocupan no sólo por la cantidad de
hidratos de carbono que consumen, sino también por el momento del día en que
los comen.
Por ejemplo, existe la creencia popular de que comer
carbohidratos por la noche es peor que comerlos por la mañana. El razonamiento
detrás de esto es que, a primera hora de la mañana, tu cuerpo se está
preparando para el día y comenzará inmediatamente a quemar la glucosa que
producen los carbohidratos, mientras que, si comes carbohidratos por la noche,
tu cuerpo se está preparando para dormir y tardará más en eliminar el azúcar.
Eso es teoría, pero... ¿Es realmente cierto?
Se pidió a los voluntarios que comieran una determinada
cantidad de carbohidratos (como pan o pasta) cada día. Durante los primeros
cinco días, comieron la mayor parte de los carbohidratos en el desayuno,
dejando sólo una pequeña cantidad para la noche. Después de eso, volvieron a su
dieta normal durante cinco días y luego cambiaron a un régimen inverso de pocos
carbohidratos para el desayuno y muchos carbohidratos para la cena durante
otros cinco días.
El equipo del Dr. Collins controló los niveles de azúcar en sangre de los voluntarios durante todo el experimento.
¿Y qué encontraron?
Hubo un claro ganador, pero no fue lo que nadie esperaba. Cuando se analizó la sangre de los voluntarios después de un periodo de desayuno alto en carbohidratos y cena baja en carbohidratos, su nivel medio de glucosa en sangre fue de 15,9 unidades (Esta cifra se ajusta a las expectativas). Sin embargo, cuando se realizó la misma medición cinco días después del inicio de la dieta inversa, los resultados fueron sorprendentes: el nivel medio de glucosa en sangre fue de 10,4, mucho más bajo de lo esperado.
¿Cómo se explica esto?
El Dr. Collins cree que la clave puede estar en
subir y bajar la ingesta de carbohidratos y no consumirlos en cada comida. Si
hay un gran intervalo entre su última comida rica en carbohidratos, su cuerpo
querrá procesarlos. Eso ocurre de forma natural por la mañana porque has
descansado lo suficiente y has "ayunado" mientras dormías. Sin
embargo, el pequeño estudio muestra que, si comes muy pocos carbohidratos
durante el día, experimentarás el mismo efecto por la noche.
En otras palabras, después de unos días de desayunos
bajos y cenas altas carbohidratos, el cuerpo se acostumbra y es más capaz de
manejar grandes cantidades de carbohidratos más tarde en el día.
No hay que preocuparse por la hora del día en que
se comen los carbohidratos, pero es importante tener el hábito de no comerlos
en cada comida.
Collins cree que la
clave es tener una serie de altibajos. Si comes muchos carbohidratos por la
noche, intenta minimizarlos por la mañana. Si te has comido un montón de
tostadas por la mañana, no te pases con la pasta en la cena.
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